Papa Francisco: «Bolivia y Chile deben dialogar sobre conflicto de salida al mar»

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«Estoy pensando en el mar. Diálogo, diálogo», dijo el Papa Francisco al asegurar que «todos los problemas, por espinosos que sean, tienen soluciones compartidas, razonables, equitativas y duraderas».

El papa Francisco instó hoy a usar un diálogo «franco y abierto» para «evitar conflictos con los países hermanos», y citó el problema de la salida al mar que Bolivia pide a Chile.

«Estoy pensando en el mar. Diálogo, diálogo», dijo en su discurso a la sociedad civil en la catedral de La Paz, en la segunda etapa de su viaje por Latinoamérica.

De esta manera, Jorge Bergoglio se introdujo con diplomacia y discreción en este conflicto entre Chile y Bolivia y que por ambas partes siempre le han pedido que se expresase.

Francisco explicó que «una nación que busca el bien común no se puede cerrar en sí misma; las redes de relaciones afianzan a las sociedades».

Exhortó a que «el desarrollo de la diplomacia con los países del entorno evite los conflictos entre pueblos hermanos y contribuya al diálogo franco y abierto de los problemas».

El sumo pontífice aseguró además que todos los problemas, por «espinosos» que sean, tienen soluciones «compartidas, razonables, equitativas y duraderas».

Deseó que, en todo caso, nunca sean «motivo de agresividad, rencor o enemistad que agravan más la situación y hacen más difícil su resolución».

«Bolivia transita un momento histórico: la política, el mundo de la cultura, las religiones son parte de este hermoso desafío de la unidad», continuó Francisco.

Mencionó como en estos años esta tierra ha sufrido «la explotación, la avaricia y múltiples egoísmos y perspectivas sectarias», pero que ahora es «el tiempo de la integración».

«¡Qué hermosos son los países que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes, y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo!», exclamó.

ECONOMÍA. En su discurso, el papa Francisco arremetió contra «la especulación financiera o la economía se rige únicamente por el paradigma tecnocrático y utilitarista de la máxima producción».

«Nos habituamos tan fácilmente al ambiente de inequidad que nos rodea, que nos volvemos insensibles a sus manifestaciones. Y así confundimos sin darnos cuenta el bien común con el bienestar», señaló.

Al respecto criticó este tipo de bienestar que «solo se refiere a la abundancia material» y que «tiende a ser egoísta, a defender los intereses de parte, a no pensar en los demás y a dejarse llevar por la tentación del consumismo».

Mientras que el «bien común», agregó el pontífice, «es lo que es mejor para todos».

Además, destacó la familia y cómo «está amenazada en todas partes por la violencia doméstica, el alcoholismo, el machismo, la drogadicción, la falta de trabajo, la inseguridad ciudadana, el abandono de los ancianos, los niños de la calle».

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