El cometa 67P y la sonda Rosetta llegan a su cita con el Sol

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Es la primera vez que una sonda espacial acompaña a un cometa hasta el punto más cercano al sol.

El cometa 67P llegó a su cita con el Sol este jueves, acompañado por la sonda europea Rosetta mientras el robot Philae posado en el cuerpo celeste ignoraba el solazo dormido a la sombra.

A las 02H03 GMT, el cometa alcanzó su perihelio, es decir el punto más cercano al Sol de su órbita elíptica de seis años y medio. El cometa 67P/Churiumov-Guerasimenko se encuentra a 186 millones de km del Sol y 265 millones de la Tierra.

Este paso por el perihelio reviste una gran importancia simbólica, porque es la primera vez que una sonda espacial acompaña a un cometa hasta el punto más cercano al sol.

Al aproximarse al astro rey, el cometa, formado por hielo, minerales y partículas con carbono, conoce una actividad creciente.

De su núcleo escapan chorros de gas y polvo cada vez más intensos, según pudo observar la sonda, que hace un año escolta al 67P tras una década de viaje interplanetario desde la Tierra, con la que se comunica a través de ondas de radio.

«Actualmente, el cometa eyecta unos 300 kilos de gas por segundo –fundamentalmente vapor de agua–, pudiendo alcanzar hasta una tonelada de polvo por segundo», explicó a la AFP Nicolas Altobelli, planetólogo de la Agencia Espacial Europea (ESA).

La cámara Osiris que lleva consigo Rosetta pudo de esta forma captar el 29 de julio un chorro particularmente brillante y poderoso que logró contrarrestar el viento solar, indicó la Agencia Espacial Europea (ESA). «Fue un fuego artificial, justo antes del perihelio», según la agencia.

El jueves «no necesariamente alcanzaremos el máximo de actividad. Hay cierta inercia en la propagación de las ondas de calor y podría ocurrir que el cometa proyectase un máximo unas semanas después», aclara Altobelli.

PRIORIDAD ROSETTA. En las zonas más expuestas al Sol, las temperaturas en la superficie del cometa podrán alcanzar 80 grados Celsius. Sin embargo, el robot-laboratorio Philae, posado desde hace nueve meses sobre el cometa, permanecerá a la sombra en un entorno relativamente fresco, explicó la agencia espacial alemana en un comunicado.

Philae, que tiene el tamaño aproximado de un lavarropas, puede soportar temperaturas de 50º o tal vez más. Y se encuentra en una zona en que las temperaturas no superarían ese nivel», asegura Koen Geurts, ingeniero del DLR.

Philae no ha dado novedades desde el 9 de julio, lo cual preocupa a los responsables del robot de observación científica. De todas formas, le enviaron instrucciones «a ciegas» para que eventualmente pueda trabajar, aunque no sea de momento capaz de comunicarse.

Con sus 11 instrumentos, Rosetta se mantendrá a unos 330 km del cometa. Una distancia prudente decidida por los responsables de la sonda para no hacerle correr riesgos con las proyecciones de gas.

En el supuesto caso de que Philae tenga la posibilidad de comunicarse, probablemente la sonda esté demasiado lejos como para oírlo.

«Nuestra prioridad, es la sonda», explicó a la AFP Sylvain Lodiot, responsable de las operaciones Rosetta del Centro Europeo de Operaciones Espaciales, en Alemania.

ORIGEN DEL SISTEMA SOLAR. La actividad de la sonda se define, semana tras semana, en función de los datos que recibe de los instrumentos de orientación, basados en la posición de las estrellas.

Cuando la sonda se encontraba a 200 km del cometa, estas últimas semanas, los instrumentos de orientación quedaron obstruidos por chorros de polvo cada vez más fuertes. El centro espacial decidió entonces mantener a Rosetta a 300 km de distancia.

El objetivo de la misión, proyectada hace más de 20 años, es comprender mejor el Sistema Solar desde su nacimiento, ya que se considera que los cometas son vestigios de la materia primitiva.

«Todas las moléculas orgánicas –es decir con átomos de carbono– necesarias para la aparición de la vida, están presentes en el 67P», señala Altobelli.

Las aventuras de Rosetta van a continuar. Europa prolongó la misión hasta septiembre de 2016 y considera incluso la posibilidad de «posar» lo más suavemente posible la sonda en el cuerpo celeste, para cerrar la aventura científica con ese encuentro en el espacio.

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