Ayacucho – celebró con pasión el Día de los Muertos

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Miles de pobladores arribaron a los cementerios para, cada uno a su manera, rendir culto a sus difuntos.

Los cementerios de Huamanga fueron abarrotados por miles de pobladores que fueron a visitar a los que en vida fueron sus seres más queridos, en el Día de los Muertos.

Los ayacuchanos llevaron flores, de preferencia blanca, a las tumbas de sus difuntos. Algunos creyentes de que las almas vuelven a la tierra para festejar su día, llevaron las comidas y bebidas preferidas de los finados; otros se dedicaron a rezar responsos en cada tumba.

No importó la clase social, edad, ni el calor abrasador del sol para celebrar a aquellos que ya dejaron de existir.

MÚSICA, ORACIÓN Y CREENCIAS. QUIENES APROVECHAN ESTAS FECHAS SON LOS NIÑOS Y ADOLESCENTE QUE TRABAJAN LIMPIANDO LÁPIDAS Y LLEVANDO AGUA PARA FLOREROS EN EL CEMENTERIO GENERAL DE AYACUCHO. SIN EMBARGO, ESTE AÑO LOS NIÑOS CREARON LA ORGANIZACIÓN DE NIÑOS Y ADOLESCENTES TRABAJADORES DEL CEMENTERIO GENERAL DE AYACUCHO, QUE VENDIERON FLORES ARTIFICIALES HECHAS DE TELA.

Otros que también aprovechan estas fechas son los mariachis, pues los familiares con mayor poder adquisitivo pudieron regalarles una serenata a los que en vida fueron sus seres queridos.

De otro lado estuvo el Trío Económico, que como su nombre lo dice, cobraban precios más accesibles y además tocaban música de nuestra tierra, llegando a los corazones de los familiares que derramaban lágrimas, recordando a sus difuntos disfrutar con esas canciones.

Quien llamó la atención fue un extraño que lavaba la lápida de la familia García Zárate y dijo que no era ningún familiar, pero al ver la tumba donde se enterró uno de nuestros grandes intérpretes y compositores de la tradicional música ayacuchana, Nery García o “el pajarillo” por su tierna y dulce voz, decidió limpiarla y orar.

Así como el cementerio general, otros camposantos de la periferia de la ciudad, como Pilacucho y Carmen Alto, estuvieron, igualmente, repletos con lápidas llenas de flores y familiares que se quedaron hasta tarde tomando y festejando para acompañar en su día a sus muertos.

Por lo menos una vez al año las personas vivas recordamos y les rendimos culto a los que ya se nos adelantaron .

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