Tal vez todos cargamos una cruz en nuestra vida, por ello nos identificamos con la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.

Tal vez todos cargamos una cruz en nuestra vida, por ello nos identificamos con la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. 

En Ayacucho subir el cerro Picota junto a la escenificación del Vía Crucis es un verdadero sacrificio, pero los miles de feligreses que se dan cita todos los años, en este evento no dudan en acompañar a Segundino Huamancusi (53), quien por quinta vez personifica a Jesús.

CONMOVEDOR. La actuación de Segundino quien es trabajador de la Cooperativa de Ahorro y Crédito de la Federación de los Mercados de Ayacucho, es verdaderamente conmovedora, desde que es entregado por Judas Iscariote a los Romanos hasta su llegada a la cima del cerro Picota. 

En el trayecto es empujado, pateado, pisado, azotado con espinas de cabuya y picoteado con una lanza en la cabeza, que le van formando heridas sangrantes en el cuerpo.

PICOTA. La parte mas dura para todos los asistentes, es cuando empieza el ascenso al cerro, el terreno ya no es de cemento sino accidentado y de tierra, esto hace más difícil la subida para los actores y creyentes que son abrazados además por el fuerte calor del sol.

PURA FE. La fe que sienten muchos de los peregrinos en este recorrido, se entiende como una forma de purificarse de los pecados, nos explica Rosario, quien al subir el cerro repetía, “Diosito, quitame mis pecados”. Otros en cambio, los varones más fuertes y atrevidos llegan a cargar por tramos pequeños la pesada cruz de 50 kilos. Algunos vecinos también en el recorrido del Vía Crucis, arman pequeñas alfombras y dan otras ofrendas a Jesús.

GRUPO. El grupo teatral que realiza esta representación de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, se llama “Vía Crucis.
Se sabe que esta escenificación se caracteriza por ser una de las más reales en el Perú y se realiza hace 15 años en Ayacucho, congregando cada vez más asistentes.